Cuando las trabas vienen de dentro (Rionegro, Colombia).


Aunque él no las esperaba, en un pueblo colombiano, situado en el departamento de Antioquia y de nombre Rionegro, a David Montoya Soto le pusieron trabas. Es estudiante de Periodismo y Comunicación Social y en los letreros de la fachada de una facultad, en las mayúsculas, se habían volado los acentos. Hubo a quien le pareció extraña la fijación de David, sobre todo porque él era alumno de otra universidad. Pero pasaba por allí a diario, y lo que más le preocupaba, aunque no me lo ha dicho lo sé, era la actitud de aquellos que dicen preparar a los jóvenes para la vida. Pero a los jóvenes del periodismo y de la comunicación social, esto es, los de la denuncia, el cambio y todas esas nobles misiones que se  les suelen atribuir a los comunicadores hoy, poco tenía que importarles que aquella no fuera su universidad. Porque deben tener esas misiones, y a veces también las tienen.


David no era el único que quiso ponerle una tilde al enorme letrero de la facultad -para eso hizo un sondeo-, pero sí fue el único que la puso. Por eso fue al único al que llamaron vándalo, porque alguien de la dirección académica se lo había querido impedir y no supo aceptar que David tenía más valor que él, que trabajaba ahí, o si no, que por lo menos sabía mejor que él que las mayúsculas también debían llevar tilde. Aquella universidad era Catolica y ahora es Católica. Porque además de tener la tilde, los católicos ponen especial cuidado las formas -yo también crecí en sus aulas-, pero esta vez se habían despistado y no querían sufrir escarnio. No era escarnio. Quizás alguien no pensó que la tilde faltante podía ser para David, según como se mire, un pequeño sacrilegio. De otro tipo, vamos. Pero hacerla quitar una vez que David la había reparado es una falta de humildad tremenda, y más incluso viniendo del profesorado que sin duda es católico y docto. Querer trabar la vocación de David y desaprovechar los planes que tiene para mejorar su municipio, que me los ha contado, es un sacrilegio católico, laico y educativo como la copa de un pino.

Al final, David insistió tanto que nadie evitó que pusiera otra vez su tilde. Quizás consiguió hacer pensar a alguien porque, de momento, ahí sigue la rayita con su forma y color más parecidos de que fue capaz un ciudadano responsable que pasaba por ahí.


(Lo único que hizo David fue compartirme las fotos y contarme los hechos. La redacción, el tono y las conjeturas presentes son responsabilidad absoluta del autor de este blog. Espero que David y los maestros dialoguen y puedan avanzar en la misma dirección. Con tilde en la ó.)